Se celebraba la boda de Wahiba y Youseff, una unión que combinaba las tradiciones marroquíes con el encanto volcánico de este lugar único. Wahiba, resplandeciente en su kaftán de seda marroquí, de un intenso color esmeralda y rubí intenso con bordados dorados. Youseff, de pie bajo un arco decorado con telas coloridas y flores, esperaba con el corazón latiendo con fuerza. Vestía un djellaba esmeralda y rubí, un atuendo que reflejaba tanto su elegancia como su orgullo cultural. Sus ojos no se apartaban de Wahiba. 
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